lunes, 17 de mayo de 2021

El caso II (IV)

 

Relató lo sucedido a Mutter y ambos decidieron hacer una parada para comer y considerar pausadamente todo lo acontecido hasta ese momento. Fue una pérdida de tiempo: todo llevaba una y otra vez a la dirección del principio. Bueno, no tanto, ya que algo le indicaba que Mutter le estaba ocultando algo. Estaba seguro que sabía más de lo que decía, el por qué era lo que no tenía claro.

No había otra posibilidad. Ya no era cuestión de tiempo sino de posibilidades y de una inusitada curiosidad que había suscitado en él ese caso. Quería descubrir qué era ese lugar nexo de las dos familias enfrentadas y qué tenía que ver él con todo ello.

El coche arrancó sin que ninguno intercambiase palabra alguna. Ya se había dicho todo respecto al caso. El vehículo giró en varias ocasiones hasta que entró en un camino que conducía hacia los límites del barrio. Allí, junto a una frondosa arboleda, se hallaba una pequeña tienda; no podía ser más que la Librería.

Pararon frente a la puerta. Mutter miraba con fascinación la fachada. Estaba abstraída, como si no fuera capaz de asimilar que por fin estaba en aquél lugar. Debía ser rápido. Antes de que resurgiera de su ensimismamiento, salió del coche y, con precisión metió un llavín en la cerradura y lo partió. Después se dirigió a la puerta junto a la que estaba sentada Mutter fingiendo abrirla la puerta e hizo lo mismo. El conductor, al darse cuenta de la maniobra, intentó salir del coche, pero no lo dio oportunidad. Lo golpeó con la propia puerta y, antes de que lo intentara de nuevo, lo noqueó con un puñetazo. A continuación, corrió hacia la Librería como alma que lleva el diablo. Por fin, estaba cerca de resolver el caso.

Entró un tanto desorientado. Una campana sonó sobre él y, de repente, una gran luz lo cegó. Mientras intentaba recuperar la visión escuchó una voz que reconoció de inmediato.

¾Me sorprende gratamente verte aquí¾dijo la voz¾. Nunca pensé encontrarte aquí¾comentó con un claro tono de regocijo.

¾¿Qué quieres de mí? ¿A qué te refieres?¾ preguntó alarmado intentando tapar con su brazo la luz que lo deslumbraba.

¾¿Realmente me lo preguntas?¾respondió con ironía¾. ¿Acaso es frecuente verte en una librería?¾preguntó a su vez.

¾No sé de qué me hablas¾contestó¾. Cuentas con ventaja, seguro que los dependientes o Mutter ya te han informado sobre mí. Déjate de juegos y dame lo que he venido a buscar. Hazlo y me iré sin causar problemas.

A penas acababa de pronunciar esas palabras cuando la luz se intensificó y un agudo pitido empezó a sonar en su cabeza. Intentó taparse las orejas con las manos, pero el sonido era demasiado intenso. Empezaba a marearse. No, no podía acabar así.

¾¡Dámelo!¾gritó con las últimas fuerzas que le quedaban. Después cayó inconsciente.

 

¾¡Calvin! ¡Calvin! ¿Estás bien?¾preguntó una voz familiar con preocupación.

Abrió los ojos y vio a su madre, Mutter, zarandeándolo. Junto a ella estaba su maestra, la clienta, hablándola.

¾No sé qué ha pasado¾decía asustada¾He llegado y al verlo le he dicho lo sorprendida que estaba de verlo. Acto seguido ha empezado a gritar como un loco ¡dámelo! ¡dámelo!

Calvin entonces lo comprendió todo: se había quedado dormido en la sala de lectura que tenía la librería intentando acabar de leer el libro sobre el que debía hacer una redacción para el lunes. Cerró el libro y allí estaba en la portada el nombre que se repetía en sueños, el libro que tanto fantasiosos como pensadores buscaban.

Sonrió, esa noche volvería a la Librería, se enfrentaría al caso, a la clienta, a Mutter, a las familias Mighty y Wisdom y nada ni nadie podría detenerle…

Fin

Emaleth

2 comentarios:

Rubén F. dijo...

Intrépido final, con una secuencia previa entre librerías muy intrigante! El desenlace inesperado a la par de sorprendente. Enhorabuena por el relato.

Gracias por tus publicaciones Emaleth. Te ánimo vivamente a que sigas canalizando a través del papel y boli tu pasión de escritora. Un admirador!

Emaleth dijo...

Muchas gracias Rubén.