miércoles, 26 de mayo de 2021

Cada día que amanece...

 En algún momento ya hablé de la ansiada libertad que proclama con orgullo el individuo que nace en sociedad bajo el yugo de unas leyes y cultura ya preestablecidas a su nacimiento, pero me veo obligada a extenderlo debido a la situación actual. Recordemos, antes de empezar que todos tenemos derechos y deberes, aunque estos últimos son obviados en favor de los primeros.

Según la primera definición de la RAE, libertad es “la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y no de obrar, por lo que es responsable de sus actos”. Esta última parte es clave, la que olvidan (entre otras cosas, me temo) los defensores de la misma. El individuo es libre y debe respetar unas normas, llámense obligaciones, para asegurar la libertad de sí mismo, de los demás y la convivencia entre todos ellos. El quebrantamiento de una norma es una decisión individual cuya consecuencia es conocida de antemano y, por tanto, aceptada de manera previa al acto. Al menos así debería de ser. Si ir de fiesta desoyendo toda prevención y normativa en una pandemia es libertad, también es parte de ella aceptar la multa por quebrantarla, asumir el posible contagio del virus para uno mismo y para el resto, admitir ser la causa de la muerte de otros, participar irresponsablemente en la saturación del sistema sanitario y, por tanto, empeorar la atención médica, así como alargar de una manera indefinida la permanencia de la enfermedad. Es innegable que hay muchas más implicaciones de distinta índole en las que ahora no me voy a detener, pero cabe destacar que para este tipo de personas la responsabilidad y culpabilidad siempre deriva en otros (usualmente y de forma poco original al Gobierno y los políticos). De ahí podemos considerar la séptima definición que obtiene la libertad según la RAE: “Condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos deberes” No hay nada más que añadir, señoría.

En conclusión, la libertad es algo más que la pretensión de hacer lo que me dé la gana cuando me dé la gana. Así pues, intentemos entre todos volver a esa libertad que reclaman esa parte de la sociedad, ya sabéis, a volver a quedar para beber y comunicarse a través de los teléfonos móviles, aunque todos compartan el mismo espacio…

Emaleth

lunes, 17 de mayo de 2021

El caso II (IV)

 

Relató lo sucedido a Mutter y ambos decidieron hacer una parada para comer y considerar pausadamente todo lo acontecido hasta ese momento. Fue una pérdida de tiempo: todo llevaba una y otra vez a la dirección del principio. Bueno, no tanto, ya que algo le indicaba que Mutter le estaba ocultando algo. Estaba seguro que sabía más de lo que decía, el por qué era lo que no tenía claro.

No había otra posibilidad. Ya no era cuestión de tiempo sino de posibilidades y de una inusitada curiosidad que había suscitado en él ese caso. Quería descubrir qué era ese lugar nexo de las dos familias enfrentadas y qué tenía que ver él con todo ello.

El coche arrancó sin que ninguno intercambiase palabra alguna. Ya se había dicho todo respecto al caso. El vehículo giró en varias ocasiones hasta que entró en un camino que conducía hacia los límites del barrio. Allí, junto a una frondosa arboleda, se hallaba una pequeña tienda; no podía ser más que la Librería.

Pararon frente a la puerta. Mutter miraba con fascinación la fachada. Estaba abstraída, como si no fuera capaz de asimilar que por fin estaba en aquél lugar. Debía ser rápido. Antes de que resurgiera de su ensimismamiento, salió del coche y, con precisión metió un llavín en la cerradura y lo partió. Después se dirigió a la puerta junto a la que estaba sentada Mutter fingiendo abrirla la puerta e hizo lo mismo. El conductor, al darse cuenta de la maniobra, intentó salir del coche, pero no lo dio oportunidad. Lo golpeó con la propia puerta y, antes de que lo intentara de nuevo, lo noqueó con un puñetazo. A continuación, corrió hacia la Librería como alma que lleva el diablo. Por fin, estaba cerca de resolver el caso.

Entró un tanto desorientado. Una campana sonó sobre él y, de repente, una gran luz lo cegó. Mientras intentaba recuperar la visión escuchó una voz que reconoció de inmediato.

¾Me sorprende gratamente verte aquí¾dijo la voz¾. Nunca pensé encontrarte aquí¾comentó con un claro tono de regocijo.

¾¿Qué quieres de mí? ¿A qué te refieres?¾ preguntó alarmado intentando tapar con su brazo la luz que lo deslumbraba.

¾¿Realmente me lo preguntas?¾respondió con ironía¾. ¿Acaso es frecuente verte en una librería?¾preguntó a su vez.

¾No sé de qué me hablas¾contestó¾. Cuentas con ventaja, seguro que los dependientes o Mutter ya te han informado sobre mí. Déjate de juegos y dame lo que he venido a buscar. Hazlo y me iré sin causar problemas.

A penas acababa de pronunciar esas palabras cuando la luz se intensificó y un agudo pitido empezó a sonar en su cabeza. Intentó taparse las orejas con las manos, pero el sonido era demasiado intenso. Empezaba a marearse. No, no podía acabar así.

¾¡Dámelo!¾gritó con las últimas fuerzas que le quedaban. Después cayó inconsciente.

 

¾¡Calvin! ¡Calvin! ¿Estás bien?¾preguntó una voz familiar con preocupación.

Abrió los ojos y vio a su madre, Mutter, zarandeándolo. Junto a ella estaba su maestra, la clienta, hablándola.

¾No sé qué ha pasado¾decía asustada¾He llegado y al verlo le he dicho lo sorprendida que estaba de verlo. Acto seguido ha empezado a gritar como un loco ¡dámelo! ¡dámelo!

Calvin entonces lo comprendió todo: se había quedado dormido en la sala de lectura que tenía la librería intentando acabar de leer el libro sobre el que debía hacer una redacción para el lunes. Cerró el libro y allí estaba en la portada el nombre que se repetía en sueños, el libro que tanto fantasiosos como pensadores buscaban.

Sonrió, esa noche volvería a la Librería, se enfrentaría al caso, a la clienta, a Mutter, a las familias Mighty y Wisdom y nada ni nadie podría detenerle…

Fin

Emaleth

martes, 11 de mayo de 2021

El caso II (III)

 Al llegar, no lograba apartar la mirada de la impresionante fachada neoclásica del edificio. Cuando se acercó al escaparate pudo apreciar cuidadas obras de grandes científicos y pensadores tales como Newton, Lavoisier, Aristóteles o Kant. Todas estaban sobre pequeños caballetes rodeados por pequeños instrumentos como astrolabios, probetas o cámaras fotográficas a modo de decoración.

Entró junto a Mutter y, mientras ella preguntaba por un tomo del filósofo romano Boecio, observó cada elemento que se hallaba a su alrededor. Las estanterías estaban repletas de libros divididos por temáticas, con ordenación alfabética y tomos de una misma escala cromática. No había ningún libro que tuviese una ligera inclinación ni que sobresaliera o destacara de los demás. Era un ambiente artificial, frío y aburrido.

Disimulando su aversión, se dirigió a uno de los dependientes más próximos que era igual de neutro que todo lo demás. Podría haber pasado por un maniquí de cualquier gran almacén. Lo saludó con un leve gesto de cabeza y extendió una tarjeta donde se podía leer su nombre y cargo a modo de presentación. En silencio, él la recogió y de inmediato esbozó una sonrisa que le puso los pelos de punta: parecía inhumana.

¾Buenos días señor Miracle¾dijo sin entonación¾. Es un placer conocer al nuevo profesor adjunto de la universidad. ¿En qué puedo ayudarlo?¾preguntó servicialmente.

¾Buenos días¾respondió amablemente con una sonrisa¾Acabo de llegar de un interesante viaje por las ciudades más antiguas de Europa. Durante el mismo, distintos sabios estudiosos de los misterios aún sin descifrar de la historia y de la humanidad me hablaron de una misma obra perdida. Ninguno conocía su contenido con seguridad, aunque todos coincidían que quien lo tuviese en su poder podría cambiar el rumbo del mundo tal y como lo conocemos.

¾Parece hablar de algo demasiado vago e impreciso. Me atrevería a decir que tiene más que ver con algo relativo a la magia¾dijo con un tono despectivo¾. Creo que se ha equivocado de lugar. Si me disculpa…

¾Me temo que debo insistir¾dijo con gran seriedad¾. No creo equivocarme de lugar, aunque tal vez sí haya sido un tanto impreciso y misterioso a la hora de hablar de ello. El nombre del libro en cuestión está en el reverso de la tarjeta. Si pudiera echarle un vistazo discretamente…

El dependiente asintió complaciente y giró la tarjeta. Cuando la leyó, su mano empezó a temblar ligeramente mientras su cara reflejaba sin disimulo su sorpresa y, probablemente, temor. Sí, era temor lo que transmitía. Parecía que su intuición lo había guiado una vez más correctamente.

¾Si me disculpa un momento, debo consultar a mi superior¾dijo con voz entrecortada¾. Volveré enseguida.

Entretanto, Mutter, que todo lo observaba, le indicó que lo esperaba fuera. La cosa parecía ponerse fea y no quería que lo relacionasen con él.

Tras unos incómodos minutos de espera, el dependiente apareció de nuevo.

¾Nosotros no podemos ayudarlo. Coja esta tarjeta y acuda a la dirección indicada¾dijo tendiéndole una tarjeta negra con llamativas palabras doradas¾. Allí lo entenderá todo.

Cuando alzó la vista, el dependiente ya no estaba. No le importó porque lo transcendente estaba entre sus dedos. La dirección era la misma escrita por la mujer que le encargó el caso. Todavía conmocionado por el descubrimiento, salió del local y montó presurosamente en el coche.

¾Vayamos a la otra librería¾dijo rápidamente¾. Te lo contaré por el camino.

Ella aún seguía sorprendida cuando llegaron a la librería del señor Mighty. Sin embargo, esta vez prefirió esperar en el coche. No le importó.

Antes de cruzar la puerta, se obligó a mirar el escaparate. Sin duda era enormemente abrumador. Los colores y las ilustraciones de los libros lo cautivaban de una forma magnética. No tenían necesidad de complementos u adornos para atraparte. Entre ellos, puedo ver las obras de Tolkien, de Julio Verne, incluso de Lovecraft. Por un momento olvidó su cometido y entró gratamente sobrecogido. Dentro continuaba el espectáculo, era difícil concentrar su mirada en algún lugar determinado. Podría allí pasarse horas y horas sin ningún atisbo de aburrimiento: libros entre figuras de dragones, de héroes, de seres mitológicos…

Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Era la voz de una mujer joven con una vestimenta desenfadada y alegre.

¾Buenos días¾dijo alegremente¾¿Puedo ayudarlo en algo?

¾Buenos días¾ respondió sonriendo¾En primer lugar debo felicitarla por el estupendo lugar en el que me hallo¾dijo mientras ella le devolvía la sonrisa¾Lo segundo es presentarme adecuadamente. Tome mi tarjeta¾dijo tendiendo la misma que en la librería anterior.

Ella se asombró al leer el cargo que ostentaba. Lo hizo sin disimulo alguno, pero no trató de cortar la conversación o invitarle a salir de la tienda.

¾Acabo de llegar de un viaje por las ciudades más antiguas de Europa¾dijo utilizando el mismo argumento que anteriormente añadiendo algún pequeño cambio¾. Durante el mismo, entre las ruinas de distintas civilizaciones, un idéntico nombre se repetía escrito en ellas¾confesó haciendo una pausa para comprobar que tenía su total atención¾. Indagando entre los hombres más sabios de cada lugar, pude averiguar que era el nombre de un libro cuyo contenido podría cambiar el mundo tal y como lo conocemos.

¾Es una historia realmente fascinante¾dijo la chica con los ojos brillantes de la emoción¾. ¿Podría conocer el nombre de tal obra?¾preguntó tímidamente.

¾Sin duda¾respondió¾He aquí en el reverso de la tarjeta donde puede leerlo. Si pudiera ser discreta, se lo agradecería¾dijo buscando su complicidad.

¾Por supuesto¾contestó. Tras leerlo, enmudeció y su piel palideció. Visiblemente alterada, se disculpó y desapareció durante unos minutos igual que su predecesor.

¾Disculpe la espera¾dijo cuando regresó¾no podemos ayudarlo con su búsqueda. Sin embargo, le entrego esta tarjeta con una dirección donde sin duda encontrará las respuestas a su búsqueda.

Agradeció su ayuda y se dirigió hacia la salida. Mientras lo hacía, pudo comprobar una vez más que era la misma dirección escrita en la primera de las tarjetas. Se preguntó por qué tanto misterio o qué o a quién encontraría allí.

Emaleth

lunes, 3 de mayo de 2021

El caso II (II)

 

La luz tenue del amanecer asomó tímida por los ventanales de la habitación. Encima de la cama estaba tendido un traje bien estirado, impecable. Chaqueta y pantalón de corte recto cuyo color azul oscuro aportaba sobriedad, y sus rayas la modernidad de un hombre del presente. Camisa blanca, lisa; unos gemelos negros enmarcados en dorado como único adorno a juego con el pañuelo que sobresalía del bolsillo de su chaqueta. Para los pies, unos zapatos sencillo negros con cordones del mismo tono que el traje.

Él ya se había levantado hacía tiempo. Salía del baño cuando los rayos del sol ya alcanzaban toda la habitación. Miró con aprobación su elección y comenzó a vestirse. Estaba terminando de atarse los zapatos cuando escuchó un motor bajo su ventana. Era el momento de partir e intentar resolver el misterio.

Salió con paso decidido para encontrarse con ella. La sonrisa sorprendida que dibujó su cara al verlo confirmó su acertada elección. Un saludo, una invitación a entrar en el coche y partieron camino al Barrio de las Letras.

¾En breve el paisaje cambiará. Verás menos edificios altos y más espacios verdes. Es un lugar para disfrutar, para escapar del ambiente asfixiante de las grandes ciudades y deleitarse tanto de la naturaleza como de la cultura¾dijo entusiasmada.

¾Se te olvida el de maquinar misteriosos planes ¿no?¾la interrumpió con una sonrisa encantadora.

¾Algo así, pero para eso cualquier sitio vale. Debes saber que también es llamado el Barrio de las Librerías puesto que la mayoría de sus establecimientos están dedicados a los libros. Las hay de especialidades, de incunables, de magia, de ciencia… de todo lo que seas capaz de imaginar, pero lo curioso es que todas ellas pertenecen a dos familias distintas¾dijo.

¾¿Solo dos familias? ¿Cómo es posible?¾preguntó con curiosidad¾. No me digas que pasa como en el mundo de la mafia: dos familias enfrentadas por algún tipo de asunto mercantil, amoroso o ambos.

¾Más o  menos¾dijo riéndose sorprendida por la comparación¾. En realidad, se enfrentan por ver quién es capaz de ganar más lectores que más tarde se convertirán en sus acólitos. Lo sé¾dijo tras mirar su rostro de perplejidad¾, no suena muy emocionante pero así es.

» La familia Mighty posee las librerías especializadas en temas fantásticos, mágicos, de aventura, mitología…en definitiva, todos los temas que tu imaginación sea capaz de alcanzar. Sin embargo, los Wisdom poseen las colecciones culturales y científicas más exclusivas de todo el país¾dijo.

¾Entonces, sigo sin entender el problema, la rivalidad entre ellas¾dijo volviendo a parar el relato de Mutter contrariado por lo que estaba escuchando.

¾Déjame que te explique¾respondió pacientemente¾. Ya te conté que otro de los elementos destacables de esta zona es el gran número de residencias estudiantiles existentes puesto que aquí se sitúa la universidad más importante del país que, como imaginarás, pertenece a la familia Wisdom. Solo los estudiantes con mejores notas, con un expediente impecable y con un amor puro hacia las ciencias pueden hallar una plaza tras sus puertas¾mientras decía esto alzó la mano con la intención de tranquilizarlo y evitar que la interrumpiera de nuevo¾.Sigues sin entenderlo, así que ahora es cuando me remonto a los orígenes de los fundadores de las librerías para que empiece todo a tener sentido.

» Hace años, como pensabas, hubo un enfrentamiento, pero no del tipo que crees. Storm Mighty y Owl Wisdom nunca fueron amigos en realidad. Ambos estudiaban en la misma universidad y eran talentosos estudiantes. No solían coincidir en ninguna asignatura porque su elección siempre era diferente a excepción de una: cultura clásica. Mientras que el primero entendía la imaginación y los mitos como la inspiración y motor del progreso, el segundo lo juzgaba como una distracción y una pérdida de tiempo para el mismo. Los trabajos trimestrales fueron su inicial campo de batalla. Protagonizaban arduas y vehementes discusiones que solo conducían a acrecentar la aversión que se tenían. El proyecto final de sus respectivas carreras significó la ruptura del escaso entendimiento que había entre ellos. Owl se mofó en público de las tesis de Storm quien solo podía defenderlas mediante el principio de causalidad que se daba, en su opinión, entre la imaginación y los logros científicos. Desde ese día Storm fue apartado del campo académico así que juró que formaría a los mejores de cada especialidad alimentando los límites de la razón para sobrepasarla y avanzar más allá. “Sueña y avanza” es el lema del Centro de Enseñanzas Superiores que existe no muy lejos de la Universidad de las Ciencias¾hizo una pausa para comprobar si estaba escuchando.

¾Continúa¾confirmó con gran interés. Nunca había escuchado algo semejante.

¾De acuerdo¾dijo¾. Desde entonces las librerías son el punto de captación de aquellos estudiantes que, a pesar de su talento, no han decidido su futuro académico.

¾Y, ¿quién va ganando por ahora?¾preguntó con curiosidad.

¾Nadie lo sabe puesto que guardan la identidad de sus estudiantes con gran recelo e, incluso, se dice que con el paso de los años fueron adaptando estructuras propias de logias secretas, aunque quién sabe si es verdad.

 ¾Entiendo¾dijo distraído¾. Se me ha ocurrido algo que podría funcionar, pero para ello tenemos que visitar una librería de cada familia.

¾¿No quieres que vayamos directamente a la dirección que mencionaste por teléfono?¾preguntó un tanto intrigada.

¾Sí, pero algo me dice que debo ir a pesar del poco tiempo que queda¾respondió ocultando su entusiasmo por conocer las librerías.

¾¿A cuál deseas ir primero?¾quiso saber sin más. Decir a los demás lo que debían hacer no iba con ella.

¾A una librería que pertenezca a la familia Wisdom¾respondió con firmeza.

¾Ya lo ha escuchado ¾dijo dirigiéndose al conductor¾Llévenos hasta la calle Knowledge.

Emaleth