martes, 11 de mayo de 2021

El caso II (III)

 Al llegar, no lograba apartar la mirada de la impresionante fachada neoclásica del edificio. Cuando se acercó al escaparate pudo apreciar cuidadas obras de grandes científicos y pensadores tales como Newton, Lavoisier, Aristóteles o Kant. Todas estaban sobre pequeños caballetes rodeados por pequeños instrumentos como astrolabios, probetas o cámaras fotográficas a modo de decoración.

Entró junto a Mutter y, mientras ella preguntaba por un tomo del filósofo romano Boecio, observó cada elemento que se hallaba a su alrededor. Las estanterías estaban repletas de libros divididos por temáticas, con ordenación alfabética y tomos de una misma escala cromática. No había ningún libro que tuviese una ligera inclinación ni que sobresaliera o destacara de los demás. Era un ambiente artificial, frío y aburrido.

Disimulando su aversión, se dirigió a uno de los dependientes más próximos que era igual de neutro que todo lo demás. Podría haber pasado por un maniquí de cualquier gran almacén. Lo saludó con un leve gesto de cabeza y extendió una tarjeta donde se podía leer su nombre y cargo a modo de presentación. En silencio, él la recogió y de inmediato esbozó una sonrisa que le puso los pelos de punta: parecía inhumana.

¾Buenos días señor Miracle¾dijo sin entonación¾. Es un placer conocer al nuevo profesor adjunto de la universidad. ¿En qué puedo ayudarlo?¾preguntó servicialmente.

¾Buenos días¾respondió amablemente con una sonrisa¾Acabo de llegar de un interesante viaje por las ciudades más antiguas de Europa. Durante el mismo, distintos sabios estudiosos de los misterios aún sin descifrar de la historia y de la humanidad me hablaron de una misma obra perdida. Ninguno conocía su contenido con seguridad, aunque todos coincidían que quien lo tuviese en su poder podría cambiar el rumbo del mundo tal y como lo conocemos.

¾Parece hablar de algo demasiado vago e impreciso. Me atrevería a decir que tiene más que ver con algo relativo a la magia¾dijo con un tono despectivo¾. Creo que se ha equivocado de lugar. Si me disculpa…

¾Me temo que debo insistir¾dijo con gran seriedad¾. No creo equivocarme de lugar, aunque tal vez sí haya sido un tanto impreciso y misterioso a la hora de hablar de ello. El nombre del libro en cuestión está en el reverso de la tarjeta. Si pudiera echarle un vistazo discretamente…

El dependiente asintió complaciente y giró la tarjeta. Cuando la leyó, su mano empezó a temblar ligeramente mientras su cara reflejaba sin disimulo su sorpresa y, probablemente, temor. Sí, era temor lo que transmitía. Parecía que su intuición lo había guiado una vez más correctamente.

¾Si me disculpa un momento, debo consultar a mi superior¾dijo con voz entrecortada¾. Volveré enseguida.

Entretanto, Mutter, que todo lo observaba, le indicó que lo esperaba fuera. La cosa parecía ponerse fea y no quería que lo relacionasen con él.

Tras unos incómodos minutos de espera, el dependiente apareció de nuevo.

¾Nosotros no podemos ayudarlo. Coja esta tarjeta y acuda a la dirección indicada¾dijo tendiéndole una tarjeta negra con llamativas palabras doradas¾. Allí lo entenderá todo.

Cuando alzó la vista, el dependiente ya no estaba. No le importó porque lo transcendente estaba entre sus dedos. La dirección era la misma escrita por la mujer que le encargó el caso. Todavía conmocionado por el descubrimiento, salió del local y montó presurosamente en el coche.

¾Vayamos a la otra librería¾dijo rápidamente¾. Te lo contaré por el camino.

Ella aún seguía sorprendida cuando llegaron a la librería del señor Mighty. Sin embargo, esta vez prefirió esperar en el coche. No le importó.

Antes de cruzar la puerta, se obligó a mirar el escaparate. Sin duda era enormemente abrumador. Los colores y las ilustraciones de los libros lo cautivaban de una forma magnética. No tenían necesidad de complementos u adornos para atraparte. Entre ellos, puedo ver las obras de Tolkien, de Julio Verne, incluso de Lovecraft. Por un momento olvidó su cometido y entró gratamente sobrecogido. Dentro continuaba el espectáculo, era difícil concentrar su mirada en algún lugar determinado. Podría allí pasarse horas y horas sin ningún atisbo de aburrimiento: libros entre figuras de dragones, de héroes, de seres mitológicos…

Una voz lo sacó de su ensimismamiento. Era la voz de una mujer joven con una vestimenta desenfadada y alegre.

¾Buenos días¾dijo alegremente¾¿Puedo ayudarlo en algo?

¾Buenos días¾ respondió sonriendo¾En primer lugar debo felicitarla por el estupendo lugar en el que me hallo¾dijo mientras ella le devolvía la sonrisa¾Lo segundo es presentarme adecuadamente. Tome mi tarjeta¾dijo tendiendo la misma que en la librería anterior.

Ella se asombró al leer el cargo que ostentaba. Lo hizo sin disimulo alguno, pero no trató de cortar la conversación o invitarle a salir de la tienda.

¾Acabo de llegar de un viaje por las ciudades más antiguas de Europa¾dijo utilizando el mismo argumento que anteriormente añadiendo algún pequeño cambio¾. Durante el mismo, entre las ruinas de distintas civilizaciones, un idéntico nombre se repetía escrito en ellas¾confesó haciendo una pausa para comprobar que tenía su total atención¾. Indagando entre los hombres más sabios de cada lugar, pude averiguar que era el nombre de un libro cuyo contenido podría cambiar el mundo tal y como lo conocemos.

¾Es una historia realmente fascinante¾dijo la chica con los ojos brillantes de la emoción¾. ¿Podría conocer el nombre de tal obra?¾preguntó tímidamente.

¾Sin duda¾respondió¾He aquí en el reverso de la tarjeta donde puede leerlo. Si pudiera ser discreta, se lo agradecería¾dijo buscando su complicidad.

¾Por supuesto¾contestó. Tras leerlo, enmudeció y su piel palideció. Visiblemente alterada, se disculpó y desapareció durante unos minutos igual que su predecesor.

¾Disculpe la espera¾dijo cuando regresó¾no podemos ayudarlo con su búsqueda. Sin embargo, le entrego esta tarjeta con una dirección donde sin duda encontrará las respuestas a su búsqueda.

Agradeció su ayuda y se dirigió hacia la salida. Mientras lo hacía, pudo comprobar una vez más que era la misma dirección escrita en la primera de las tarjetas. Se preguntó por qué tanto misterio o qué o a quién encontraría allí.

Emaleth

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