Existe un reloj cuyas agujas
marcan la cercanía o lejanía a la que nos hayamos de la destrucción del mundo
y, por supuesto, la del hombre. En la actualidad, la inestabilidad de los
países islámicos y la amenaza nuclear de Corea del Norte nos acercan como nunca
a este desenlace. Cierto es que el número de conflictos y acontecimientos
negativos es mucho mayor a lo anteriormente expuesto, pero la peligrosidad se
mide en torno a su alcance.
Esta introducción no es más que
un simple apunte para describir de forma breve la caótica situación del mundo
actual. Pero la sociedad que compone cada uno de los países de este planeta
prefiere cerrar los ojos y no ver. La ignorancia es la felicidad que les
mantiene día a día y, si no es ésta, es el egoísmo pues “bastante tenemos con
lo nuestro para encima arreglar lo de los demás”.
No importa las veces que
estudiemos o recordemos momentos históricos pasados. Hay quien cree que la
historia es un movimiento cíclico pero yo muchas veces solo veo la estupidez de
los hombres repetida una y otra vez. Es esa precisamente la que hace que la
cadena de sus decisiones arrastre reiteradamente las mismas consecuencias. En estos
momentos, cuando miro al hombre, solo puedo pensar en una frase magistral de
Unamuno: “Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será”.
Rousseau nos dijo que la libertad
individual acababa donde empezaba la del otro. Hoy en día se habla de respeto,
de aceptación, de diálogo, de igualdad, de libertad de expresión, y sin
embargo, solo puedo ver a personas ineptas que se hacen pasar por políticos: dan
vida a estos conceptos a través del discurso para aniquilarlos en la práctica a
su antojo y voluntad. Y, mientras, qué sucede: lo de siempre. Preferimos ver “Sálvame”
o discutir calurosamente en los bares sabiéndonos, una vez más, sabedores de
todo.
La regresión del bienestar
español en manos de un fascismo enmascarado de democracia no es más que uno de
los múltiples puntos rojos que podemos encontrar en Europa. La tensión se
siente, la creciente oposición entre dos bandos también, y solo el tiempo dirá
en qué puede desembocar aunque ya los mayores empiezan a tener reminiscencias
de tiempos pasados y, con toda la razón que les otorga su experiencia y
conocimiento, empiezan a temer…
¿De verdad es el momento de
refugiarse en el yo, en la indiferencia, en el pasotismo o es el momento de
posicionarse y ser parte activa de un mundo del que no podemos desvincularnos?
Tú decides pero, sea cual sea la respuesta, tal vez deberíamos antes
recapacitar en las sabias palabras de Rockefouçauld: “Si tuviésemos suficiente
voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes”.
Emaleth
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