El año 2016 empezó como terminó
el 2015: la incertidumbre en el escenario político democrático español y la
inagotable e insufrible campaña catalana de desmembramiento estatal.
Si un rayo de esperanza nos
deslumbró con la renuncia y rendición de Arturo Mars, un nubarrón se encargó de
ocultarlo bajo acciones más que cuestionables y argumentaciones sin sentido.
Sin duda, en la actualidad, Platón hubiera suplicado por la existencia de
sofistas: al menos sabrían hacer discursos y buen uso de la palabra…otra cosa
son las intenciones.
Las elecciones generales de
finales de año me fueron igual de indiferentes que las anteriores: mismos
argumentos, mismos reproches, mismos datos económicos y sociales…donde la única
novedad consistía en la participación de nuevos partidos que se servían de su
aún inocencia política para arremeter contra el bipartidismo octogenario que
sufrimos casi desde el inicio de la democracia.
“Mismos perros con distintos
collares” decía mi abuelo. No sé si yo afirmaría lo mismo, lo que sé realmente
es que la novedad solo reside en la imposibilidad de una mayoría absoluta por
alguno de los partidos. El resto ya lo conocemos de sobra: palabras de campaña que
se las lleva el viento para ser sustituidas por la búsqueda de acuerdos
favorables no siempre para el votante.
El auge de los debates y el
intento de los periodistas por hacerlos parecer diferentes me parecieron
absurdos. El grupo Antena Tres Media enumeró una serie de preguntas de interés
general y los candidatos las respondieron, si es que lo hacían, de igual manera
a cuando se presentaba un tema y se les daba tiempo para exponer su punto de
vista. La novedad una vez más brilló por su ausencia, y si la hubo, tal vez fue
la ausencia del Presidente del Gobierno en uno de ellos.
Si a mí me hubieran preguntado en
las últimas elecciones como ciudadana cuál sería la cuestión que plantearía a
un político, fuese del partido que fuera, lo tendría muy claro: De todo lo que
proponen, ¿qué se pueden llevar realmente a cabo de su programa en un Estado
que obedecerá a pactos entre partidos enfrentados en sus ideales y cuya
aprobación depende del permiso último de Europa?
Ya es tarde…La cifra del final
del año cambia el uno de enero, pero la situación política decadente, absurda y
de patio de colegio sigue, para mi pesar, igual.
Emaleth
1 comentario:
Ha pasado un año y esta opinión sirve para este 11 de enero de 2017.
Que poca altura politica tenemos. Caminamos hacia un recrudecimiento del conflicto con los nacionalismos y mucho me temo q hacia una legislatura perdida. No veo a los partidos actuales poniendose de acuerdo en los grandes temas: educación, sanidad, jubilaciones, etc.. ¿Seran estos politicos reflejo de la ciudadanía española? No quiero ni reflexionar sobre esta cuestión, no vaya a ser que no me guste la respuesta...Saludos!
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