Un concepto destacable y
diferenciador en las democracias actuales respecto a regímenes autoritarios o
totalitarios es, precisamente, el derecho a la libertad de expresión. Presumimos
de él sin ningún pudor y, con orgullo, lo exhibimos como signo de
individualidad frente al pensamiento colectivo imperante. Suena bien pero temo
que se aleja de la realidad porque, hoy en día, liberar una afirmación, sea
objetiva o no, asemeja al acto de rebeldía de un adolescente a sus progenitores
por no ceñirse y aceptar lo impuesto. En ambas situaciones, no tendrá razón y sí
castigo.
Con el paso de los años, teniendo
siempre en mente a aquél adolescente, el individuo aprende a morderse la lengua
para evitar conflictos y, sin duda alguna, parece la elección correcta si
escuchamos al sentido común. El verdadero problema y peligro es cuando esto se
da en el ámbito político, social, económico y cultural.
La gente tiene miedo a expresar
sus opiniones o argumentos por el mero hecho de que la etiqueten en un grupo
mal visto por el resto de la sociedad (tal vez también piensen lo mismo, pero
eso se lo guardarán para ellos) o, como se dice en la actualidad, que sea
políticamente incorrecto.
No hablar sobre lo que uno no
sabe es sensato y aconsejable para no quedar en evidencia. Sin embargo, la
ignorancia es atrevida y de esto se aprovechan todos aquellos que se creen con
derecho de darnos lecciones de moralidad puesto que, si fuera de otro modo,
cualquiera podría enfrentarlos contestando a cualquier tipo de ataque o
clasificación ideológica con argumentos fundamentados en el lenguaje, en la
historia o en cualquier ámbito de conocimiento. Pero, no hay ninguna respuesta,
solo silencio y evasión a preguntas o acusaciones como forma de salvarse a sí
mismos. El “yo solo sé que no sé nada” de Sócrates ha degenerado a ser la
solución para evitar conflictos y rehuir responsabilidades anulando,
silenciando y sustituyendo el derecho a la libre expresión por la máxima de “oír,
ver y callar”.
1 comentario:
Me parece un artículo muy bien tirado querida Emaleth. Creemos que tenemos libertad de expresión y no es así. Por un lado esta presente el riesgo de salirse del redil de lo políticamente correcto y por otro lado (creo que más doloroso) nos encontramos con una sociedad cada vez con menor cultura para poder ser crítica. El cóctel ideal para algunos...Saludos.
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