lunes, 17 de enero de 2022

Miedo

 

La primera vez que sucedió nos pilló de improvisto. No sabíamos qué era o cómo pudo ocurrir. Simplemente pasó. La espera, el diagnóstico y las pruebas posteriores ensombrecieron la realidad: era una parte de nosotros o, al menos, también de mí.

La segunda vez, sin causa aparente alguna fue más duro e, incluso, más cercano si cabe. En ese momento la palabra milagro tuvo sentido por primera vez. Sin embargo, el miedo ya se había instalado en mi interior. Fue el pánico el que me llevó al hospital tras superar ese bache. Se quedó en una falsa alarma, pero el alivio no consiguió desterrar ese sentimiento de mi interior.

La tercera vez no acaeció; la medicación y los controles ayudaron a priorizar otros miedos que, por fortuna, sí se superaron.

La cuarta vez se transformó en dolor. Mis oídos escucharon lo que nunca habrían querido oír. No te preocupes, es mejor saberlo para enfrentarlo. Bonitas palabras vacías, carente de significado para mí, sobre todo cuando atañe a tu propia sangre.

La quinta vez es todos los días. Un malestar te hace ponerte en guardia, vigilar cada parte de la piel y tratar de mantener tu mente fría para evitar un ataque de ansiedad. No es fácil. No siempre lo consigo.

El miedo es una fuerza demasiado grande cuando pone en riesgo todo lo que te rodea, todo lo que tanto te ha costado conseguir; te limita como ser y, sobre todo, como lo que podría llegar a ser.

Emaleth

No hay comentarios: