lunes, 28 de julio de 2008

Un adiós

La danza era hipnótica. Millones de llamas danzarinas refulgían en la oscura superficie del Mar. Se mecían con precisión, lentamente, deleitando la atenta mirada de la Luna, la misma que desnuda la profunda noche de las aguas. Es una mirada de tristeza, de añoranza, de frustrado deseo por su proximidad pero desesperante lejanía. La Brisa es la tortura en sus sueños, sólo ella acaricia con suavidad a su amor y de su abrazo desprende esa melodía que consigue adormecer su alma.

Lo sé, la entiendo porque su dolor es mi dolor, su soledad es mi soledad y mi amor…….mi amor permanece en algún lugar de la inmensidad del suyo.

Cierro los ojos. La Luna, el Mar, la Brisa, la armonía de los sonidos, yo….se funden en un todo, no hay formas, no hay temor, no hay tiempo,….

Oigo susurrar con dulzura que ha llegado el momento. Salgo de mi ensimismamiento, la miro y asiento. No puedo alargarlo más, ella lo sabe y en su mirada puedo ver que se compadece de mí, de mi sufrimiento. La sonrío con agradecimiento porque estará a mi lado, me mostrará el camino y cuando tome su mano la pesadumbre desaparecerá.

Lentamente me incorporo frente a la Luna, nuestros caminos se separan pero quiero que sepa que perdurará en mi recuerdo. Mientras la contemplo avanzo paso a paso hasta que el suelo se desvanece para ser acogida en la inmensidad de las aguas.

El silencio no logra acallar mis pensamientos. Por primera vez la desesperación hace presa en mí, cientos de cuestiones se agolpan en mi mente sin control y todas las respuestas que surgen dudan de poder encontrarte………entonces la dama portadora de la guadaña me abraza con firmeza para transmitirme su fuerza, para instarme a abrir los ojos y ver que permanecías allí, aguardando mi llegada. Una sonrisa exhala el último resquicio de vida mientras tus brazos invitan a una nueva.

Nada ha cambiado. La superficie del Mar sigue salpicada de esas llamas danzarinas, la Brisa continúa meciéndolas a su son y la Luna…….la Luna sigue iluminándolas, aferrada a su mutismo, a su dolor, a su amor, a la infinitud de los tiempos…
Vanesa

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