miércoles, 16 de julio de 2008

Compro...

COMPRO desierto. Espacio donde poder vagar y perderme, con amplias vistas a la soledad. Es imprescindible la garantía de que esconde un gran secreto en él y que nadie aún lo haya descubierto. A ser posible, como buen desierto, soleado hasta la llegada del resto de envidiosas y descaradas estrellas y que su luna nazca y muera acompañada de un manto de frescura. Desierto con dunas, que no dudas, formadas a través de los años, grano a grano, brisa a brisa, escultura uniforme nacida de las caricias de la mano de un Dios que decidió no compartir ese lugar con el resto de su creación. Con un pequeño oasis donde poder descansar y reponer fuerzas, pero sin cobertura. Desierto donde poder ver todos los espejismos que se anclan en mi corazón y demostrarme que solo son eso, imágenes de mi deseo. Un lugar donde poder encontrar la verdad, un lugar donde poner en punto suspensivo a mi esclavitud. No olvidar las tormentas de arena que cieguen mi alma y me hagan sentir un terrible pavor. Tampoco la quietud y semejanza que me impresionan con ese sentimiento desesperado de haber pasado tantas veces sobre mis propias huellas. Abstenerse desiertos compartidos o de alquiler.
Un desierto para mi, que me muero de sed en este mundo...

Compro un desierto donde, al menos, morir de sed tenga sentido.
Emilio

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