miércoles, 10 de septiembre de 2008

Lágrimas

El mendigo comenzó a contar su historia al calor de la hoguera:

"Recuerdo infancias e historias de niños, de aquellas ceremonias de alegría en las que el vino mezclado y jarras de cerveza se cedían de mano en mano, recuerdo bien como aquellos niños, en su afán de aparentar ser hombres, trataban de beber lo máximo posible sin vomitar. Para ellos, ser hombre significaba tragar alcohol obligando al estómago a retenerlo."

El medigo hizo un ademan con la cabeza mientras atizaba un poco las brasas con un ennegrecido palo.

"Poco después, ya en la adolescencia, se dieron cuenta de su estupidez. A veces, vomitar era lo más sensato cuando nuestro cuerpo nos lo pide y este hecho poco tiene que ver con la hombría... Ahora de adultos lo hacemos sabiendo que no es tan malo, no perdemos nada ya que no hay nada que demostrar, se da por supuesto que somos hombres y vomitar nos ayuda a dar un respiro a nuestro pobre estómago cuando no puede aguantar más."

Miró a sus compañeros de esta noche, todos escuchaban y ninguno discutiria sus palabras hasta el momento, todos sabían que era cierto.
A veces contaban historias, porque parecía que los cuentos hacían olvidar el hambre. Volvió a centrar su mirada sobre el fuego y su voz continuo tejiendo lo que realmente quería contar:

"Sin embargo, la lección no está del todo bien aprendida cuando la situación se repite en los adultos: pero sustituyendo el alcohol por emociones.
Las emociones que llenan nuestro alma y llega un momento en el que debemos expulsar parte de ellas fuera... momento en el que nuestra alma pide una liberación, y sin embargo no cedemos esta tregua a nosotros mismos, lo que antes tratábamos de obligar a nuestro propio cuerpo a aguantar, acabamos esclavizando para lo mismo a nuestra propia alma y al final el malestar puede ser horrible...

Lágrimas.

Las lágrimas son lo que expulsa nuestro alma, las lágrimas es lo que “vomita” nuestro corazón cuando ha quedado desbordado por una embriaguez de emociones y sin embargo, pocos nos damos cuenta de que es bueno dejar a nuestra alma llorar, pues así podremos continuar disfrutando de las emociones que recibimos, así podremos contemplar el mundo en vez de ocupar nuestra atención reteniéndolas...

Pero hay una diferencia esencial entre lo relacionado con nuestro cuerpo (y el alcohol) y lo relacionado con nuestra alma (y las emociones), al cuerpo podemos obligarle en cierta medida a expulsar aquello que le sobra de lo que le hemos dado, forzar el vomito es tan sencillo... pero las lagrimas tienen un único momento, su momento... y poco deberíamos poder controlar ese instante en el que la primera gota nace de nuestra vista, de nuestros ojos, espejos del alma, y surca su camino hacia la tierra, hacia su caída. Si retenemos el momento, lo perderemos..."

En ese instante se abrió un dialogo entre aquellos desafortunados, y por un momento dejaron de ser mendigos para ser sabios: hablaron de sus experiencias, de las emociones que habían retenido en su interior por tanto tiempo y de sus vidas y no vidas.
Sabios... hasta que el recuerdo del hambre volvió y les vomitó de nuevo a la realidad.

"Si retenemos el momento, lo perderemos..."

Emilio

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