lunes, 16 de marzo de 2009

SMS

No tenía aún respuesta. Las horas pasaban y el momento de la cena se acercaba inminentemente. Qué debía hacer. Mientras lo decidía sus dedos jugaron nerviosamente con el móvil. ¿Por qué no daba señales? ¿Y si él le había enviado un mensaje y no le había llegado? ¿Y si le había hecho enfadar por algo? ¿Y si…?

No podía soportarlo más. Cogió el móvil y empezó a teclear frenéticamente: “Hola. Q tal? Nquiero ser pesda pero necesito sabr svas a venir a la cena. S no, npasa nada aunq mgustaría qvinieses. Respnd cuando puedas”

¿Habría sido muy directa? ¿Se habría molestado por insistir? ¿Le llegarían los mensajes? De nuevo cogió el móvil, y ocultando su número de teléfono, marcó. En cuanto oyó el tono colgó.
¿De qué iba? ¿Por qué era incapaz de mandar un mensaje? ¿Y si lo tenía en silencio y no lo había leído? ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si…?

En el cúmulo de sus ¿Y si…..? que se iban agolpando en su mente, la pequeña pantalla del móvil se encendió con una pálida luz azul: un mensaje nuevo.

Una mezcla de alivio y de miedo sintió cuando lentamente abría la tapa. Ahí estaba. Era él. Por fin le había respondido.

Con un dedo dudoso apretó la opción leer: “No sé cómo decirte ya qn voy a ir, qn minteresas, qn aguanto l aluvión dt sms diarios y que borres mnº de tu agenda”

Sonrió mientras lo leía. Sabía que él la despreciaba tanto como ella le amaba. Y mientras eso fuera así no estaba dispuesta a sufrir sola así que…¿y si le mandara otro mensaje?
Vanesa

1 comentario:

Anónimo dijo...

Brillante la parte final, vaya vínculo de unión más autodestructivo, increíble a lo que podemos ser capaces de llegar por dependencia de algien. M ha fascinado,y lo mas triste es que encima será verdad.

La lobita