martes, 6 de diciembre de 2011

¿Qué es la filosofía?

Una pregunta sencilla a la que podemos responder de múltiples y complejas maneras atendiendo a la diversidad de su naturaleza pero que podemos aunar todas ellas remitiéndonos a su componente etimológico. Por tanto, filosofía es una palabra de origen griego compuesta por dos sustantivos, φιλος y σοφια, cuya traducción es “amigo de la sabiduría”.

Hasta aquí, todo libro de filosofía de primero de bachillerato comienza con esta definición su tema inicial, aquél que suele titularse con la frase que encabeza este escrito o, en tal caso, con la ilustrativa y ya frase hecha: el paso del mito al logos. Tras la lectura de estas líneas, todos inspiran en mí el mismo sentimiento: cerrarlo y golpearlo contra la pared más cercana y, eso, sin añadir la impotencia y rabia que me transmiten unos profesores que en lugar de intentar hacer resurgir el interés por una disciplina que ya llamaba Platón la primera de todas las ciencias, la hacen más incomprensible e inútil que nunca.

Tras la definición etimológica, corresponde introducir el lugar y la fecha en donde se inicia dicho fenómeno para luego omitir el por qué fue allí y no en otro lugar ni en otra fecha. De esta manera, la filosofía pasa a ser un saber que surgió por ciencia infusa y que el caprichoso dedo del azar quiso situar en ese y no en otro lugar del mundo.Sin embargo, aún dudo de si es para enmendar la anterior imprecisión explicativa, rellenan dos caras con las definiciones de mito y logos: dos conceptos importantes pero cuyo análisis y características necesitan escasas líneas; el resto que se incluya, es simple repetición de ideas para despistar a un alumno cuya única intención en su lectura es la de aprenderlo de memoria para plasmarlo en un examen.

Podría seguir con la pregunta del arjé o de la figura de los presocráticos, pero todos estos ejemplos son solo reflejo de una misma realidad: una educación pésima e ineficaz, profesores sin motivación para ellos ni para sus alumnos, estudiantes incapaces de hacerse preguntas, desconocedores de un vocabulario amplio e incapacitados por sí y por otros de la necesidad del entendimiento y la comprensión para todo ámbito y propósito en la vida.

Actualmente cabe preguntarse si queremos formar personas autónomas y reflexivas o unos loros que repitan automáticamente lo memorizado. Revisando los libros de texto, parece ser que la respuesta ya ha sido tomada…
Emaleth

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