viernes, 8 de mayo de 2009

Sueños entrelazados

Despiertas.

Aún es de noche en tu habitación pero entra un poco de claridad proveniente de la farola de la calle. Respiras profundamente y miras la hora: 05:11. Aún te queda mucho tiempo para dormir... pero un extraño sonido llama tu atención. Parece el goteo de un grifo, ¿cómo has podido dejártelo sin cerrar del todo?, precisamente tú con toda tu conciencia medioambiental y de aprovechamiento de agua. Te levantas con desgana y te acercas a la cocina casi arrastrando los pies. Justo antes de encender la luz un mal presentimiento recorre tu espinazo y sientes que algo va mal.
La luz se enciende parpadeando y el fluorescente pasa por varias tonalidades hasta que adquiere su luminosidad amarilla. El sonido de otra gota llama tu atención y te acercas a cerrar un grifo que esta completamente cerrado. De nuevo una gota cae con su peculiar y acostumbrado sonido. Es cuando descubres que las gotas no caen del grifo si no del armario que está justo encima. Pones tu mano y la siguiente cae en tu palma, suave, sin hacer ningún ruido. Tiene una textura mas densa que el agua y el color rojizo no te deja lugar a dudas: es sangre. Miras hacía la puerta cerrada del armario y con la mano izquierda (la que no sostiene la gota) coges su pomo. Justo antes de abrirla una nueva gota cae en el fregadero. Abres el armario y la visión es horrible: tu cabeza, tu propia cabeza está allí donde ahora miras. Congelada en un grito. Con los ojos envueltos en horror. Retrocedes y gritas...

Despiertas y gritas...

La imagen de tu cabeza cortada dura un instante en tu memoria. “Menuda pesadilla” susurras. Notas como tus sábanas están mojadas por el sudor y por instinto una de tus manos recorren tu cuello, aparentemente intacto. Te levantas y te acercas al baño. Tus pasos ocultan el sonido de una gota al caer en el fregadero de la cocina. Llegas hasta el lavabo donde te refrescas con un poco de agua. Tus ojos se posan en tu imagen en el espejo cuando te parece que algo se mueve entre las cortinas de la ducha. Te quedas inmóvil. A través del reflejo ves como una mano aparece en el extremo apartando poco a poco la cortina de la ducha mientras otra mano aparece sosteniendo un enorme cuchillo. Te giras al instante, gritando. Donde debería estar aquello que veías en el reflejo... no hay nada. Tu respiración se entrecorta y tratas de forjar una nerviosa sonrisa en tu rostro. “Estoy enparanoiao” y decides volver cuanto antes a tu cama... pero antes, tus ojos se detienen en la cortina. El sonido de una gota llega desde el fregadero de la cocina mientras acercas tu mano hacia aquello que evita que veas lo que hay en la bañera. “¿de qué tengo miedo?... no puede haber nada” y con un movimiento brusco apartas la cortina. Allí descansa un cuerpo sin cabeza ni manos. La visión es horrible, tu pijama esta completamente empapado de sangre y tiene varios cortes, eres tu, es tú cuerpo. Reculas ahogando un grito y tropiezas con el lavabo.

El golpe te hace despertar. Estas en tu cuarto. Por desgracia lo recuerdas todo y comienzas a dudar si esto es una nueva pesadilla o ya por fin has despertado. Empapado en sudor miras al reloj: 05:11. “Joder”. Oyes un ruido en el salón. Son sonidos entrecortados e inconexos, te parece oír el sonido de una voz o tal vez una especie de canción. Cierras de nuevo los ojos pero los sonidos resuenan en tu cabeza acompañando el irregular ritmo de tu corazón. De pronto una tonalidad familiar te da una respuesta: “Es la música del anuncio de teletienda, ¿me he dejado la tele encendida?... no es posible”. Tal vez sea la del vecino pero no puedes hacer otra cosa que acercarte a mirar. Observando como cada sombra se retuerce ante tus nerviosa mirada te diriges al salón. De allí proceden diferentes brillos y el sonido cada vez se hace mas nítido. Cuando llegas, lentamente, descubres que, efectivamente, la televisión está encendida con el sonido casi al mínimo. Buscas de una ojeada el mando a distancia, pero no lo encuentras a simple vista. Comienzas a examinar la mesa, debajo de alguna revista, entre los cojines de los sofás y finalmente metes la mano debajo del sofá... allí notas algo. Algo alargado, de plástico, con botones... sin duda es el mando pero en cuanto lo vas sacando poco a poco descubres que alguien, desde debajo del sofá también lo tiene agarrado por el otro extremo. Cuando ves su mano gritas y te apartas. Parece que no se mueve. Armándote de valor, vuelves a agarrar el extremo libre del mando y tiras. Junto con el mando de debajo del sofá sale una mano cortada que aferra fuertemente el otro extremo del mando. De primeras te quedas atónito, sin poder moverte de la impresión, pero al ver que la mano lleva puesta ese anillo tuyo que siempre llevas porque ni con aceite sale de tu dedo anular, no puedes evitar gritar.

Despiertas.

Te tocas las manos, acaricias tu cuello y sientes los latidos de tu corazón. Un golpe seco suena en la cocina que te obliga a temblar. Pero el silencio posterior te hace plantearte si no será tu imaginación. Estas sudando. Recuerdas cada momento de la pesadilla vivida y sientes una terrible sensación de impotencia. De pronto otro golpe seco hace que se desvanezca cualquier sentimiento que no sea el miedo. Sales de la cama mientras suena otro golpe. El reloj digital de tu mesilla marca las 05:11 pero tu no te detienes a mirarlo. Tratando de no respirar, de no hacer ningún ruido te diriges paso a paso a la cocina. Tu corazón late tan fuerte que crees que es imposible que no lo escuchen en todo el edificio, es como un tambor que resuena en tus oídos. La luz de la cocina esta encendida... “es otra pesadilla” piensas justo antes de echar una ojeada dentro. Y allí te ves. Estas tú mismo con un cuchillo en la mano descuartizando un cuerpo que parece ser el tuyo. Justo en ese momento otro golpe seco suena y el cuchillo trata de terminar de seccionar la cabeza del cuerpo... pero algunos tendones y la medula espinal se resisten a separarse. Ahogas un grito cuando ves la escena, él te oye y gira su cabeza:
“Otra vez tú, esto cada vez se parece mas a un capítulo de rasca y pica”
Escuchas claramente tu voz, pero con un tono vehemente con el que nunca has hablado. Quieres correr pero no puedes. Él se levanta y se acerca paso a paso hacia ti. Tu cierras los ojos y te concentras en despertar, quieres despertar, necesitas despertar...

Despiertas

Pero esta vez no gritas. Tu corazón late a gran velocidad mientras te escondes entre tus mantas sin saber bien si lo que vives es real, un nuevo sueño, o es el infierno. Poco a poco te armas de valor para dejar una abertura entre la manta que te protege y la realidad. Lo justo para poder ver el reloj luminoso digital. Marca las 05:12. Una voz muy familiar, desde la puerta, dice en tono de burla: “esta va a ser una noche muy larga, ¿verdad?” y mientras tratas de refugiarte en tu manta donde la oscuridad te protege oyes unos pasos que se acercan a tu refugio. No puedes evitar comenzar a sollozar de desesperación…

“Existen estudios que determinan que un sueño puede llegar a durar 20 segundos o incluso menos. Imaginemos que por una causa excepcional (llamémoslo fenómeno extraño) nuestro cerebro no deja de enlazar sueños o pesadillas durante 6 horas. Esto podría dar un número mayor de 1000 pesadillas entrelazadas, una tras de otra… ¿quién podría soportar algo así? Tal vez no sea tan malo que nos olvidemos de todo lo soñado cada noche como medida de prevención antes de volvernos locos una y otra vez...”

Emilio

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