viernes, 3 de octubre de 2008

El desafio II

Nadie le había visto. No sabía cómo había sucedido, pero había conseguido escapar de las mazmorras de la terrible Bruja. En un pequeño descuido del carcelero, se escondió con hábil destreza entre las sombras bajando las escaleras que le separaban en su camino hacia la libertad. La terrible ingesta de aquella papilla marrón todavía se retorcía en su estomago pero la vida de un intrépido explorador estaba llena de pruebas a superar…aunque esa había sido demasiado dura.

Con paso decidido cruzó la gruta que conducía hacia las cálidas arenas de un desierto que ahora parecía acogedor. Tras una duna, con corazón palpitante, se aseguró de que nadie le hubiese seguido. Cómo le gustaría ver la expresión de la Bruja cuando descubriese que había superado su estrecha vigilancia… pero para entonces deseaba estar lo más lejos posible de sus dominios.

Aguardó pacientemente. Sabía cuál era el camino más corto que conducía a su nave. Debía ser cauto y a la vez audaz. Para poder llegar a ella debía superar un peligro semejante al poder de la Bruja: la Duna del Suicidio. El mero hecho de mencionarla le erizaba cada pelo de su cuerpo pero nada se interpondría en su propósito.

Miró hacia arriba e intentó evitar calcular la altura que interfería en su camino. Cogió aliento y con paso firme, o eso al menos trataba que pareciese, subió poco a poco parándose solo a secar el sudor que perlaba su frente.

Sin aliento llegó a la cima de la duna. Pocos habían culminado una subida tan peligrosa pero era comprensible, no todos tenían la experiencia que él había acaparado tras largos años. Se tomó unos minutos para contemplar el paisaje. La satisfacción que sentía en esos momentos hacía olvidar las penurias que había pasado para llegar hasta allí.

Pero las alegrías duran poco. Unos gritos le hacen salir de su ensimismamiento y descubrir que una patrulla de siervos de la Bruja le pisan los talones. El temor se apodera de él sin permitirle pensar con coherencia. Se gira, puños amenazantes se aproximan y entonces...se jugó el todo por el todo.

Apresuradamente miró hacia abajo, se sentó automáticamente y se dejó caer por la superficie resbaladiza. Mientras bajaba fragmentos de sus pequeñas victorias asomaban a su mente y se preguntó si realmente había llegado su final….y entonces… sus pies tocaron un suelo firme y un suspiro de alivio escapó de su boca.

Todavía sobrecogido de su hazaña, se volvió, miró hacia arriba y con una mueca despectiva se burló de todos aquellos que pensaban que iban a poder con él. Ya nada podría pararle, ni asustarle: la huida había sido todo un éxito.

Y mientras….en una realidad paralela, todos los niños se alegraron de que por fin se hubiese tirado del tobogán sin dejar de preguntarse de donde habría salido ese niño tan raro, que se reía solo y se comportaba de manera tan extraña…
Vanesa

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