miércoles, 15 de abril de 2009

El caso

El reloj de pared marcaba la hora en que las ratas callejeras abandonaban sus cloacas para dar libre albedrio a sus podridas almas. Saboreó una vez más aquél líquido dorado, sobrio, paciente. A no ser por ese inseparable amigo podía haberse vuelto loco tras largas y tortuosas noches de vigilancia.

Puso los pies encima de la mesa. Qué más daba. Allí no había ninguna dama que lo obligara a guardar las apariencias, si alguna vez había habido allí alguna mujer, podía asegurar que nunca recibiría el nombre de dama.

Sonrió por ese último pensamiento mientras intuitivamente sus dedos cogían uno de los cigarros que guardaba en el interior de su gabardina. El cansancio le había podido en esa noche de perros, esa noche en que la lluvia intenta lavar las podridas almas de los habitantes de ese gueto que recibía el nombre de ciudad. Su sombrero aún permanecía en la cabeza ocultando la mirada de un hombre que había visto demasiado…

Un golpe seguido detrás de otro rompió el hilo de su pensamiento. Eran golpes secos, continuos pero rápidos que no podían indicar más que la inminente llegada de una presencia femenina. Mientras el cigarro danzaba en la comisura de sus labios, sus dedos buscaron el abrigo de su más fiel amiga: su pistola.

La puerta se abrió lentamente mientras una larga y estilizada pierna asomaba a forma de presentación. Zapatos de tacón negro, falda de tubo negro, una sobria chaqueta negra y un sombrero del mismo color ocultaban una bonita figura. Solo unos labios rojos expresaban todo lo que su cuerpo trataba de ocultar.

No trató de levantarse. Éste era su refugio y, si buscaba algo de él, tendría que aceptar las reglas de aquél lugar. Eso no la impresionó. Era una mujer que sabía lo que quería y con lo que se iba a encontrar. Estaba seguro que pronto expondría sus propias reglas.

Sin mostrar su rostro ni tomar asiento se aproximó hasta él y con un gesto rápido dejó sobre la mesa una hoja abierta de manera que pudiese ver lo que contenía. No hacía falta hablar. Tenía un problema y solo quería una solución con todos los datos que le había podido conseguir. No importaba cuánto costase ni cuál fuera el riesgo que pudiese correr en la investigación. Era el tipo de mujer que no estaba acostumbrada a escuchar un no por respuesta.

Lentamente se acercó de nuevo a la puerta y tras abrirla, giró su cabeza hacia él. No pudo lograr ver su mirada bajo el ala de su sombrero pero supo al instante que era del tipo definitivo, de las que te erizan cada pelo de tu cuerpo. Sí, quería una respuesta y si no la obtenía iba a tener problemas.

Expulsó despacio el humo observando cómo formaba distintas formas para desvanecerse unos segundos después. Tal vez su vida no había sido más que girones de humo que luchaban por no desaparecer en la inmensidad de aquél lugar. Pero no era el momento para ponerse melancólico: tenía un caso y debía resolverlo.

En el papel aparecía un tal Tony Russo. El nombre le sonaba, había salido en todos los periódicos de la ciudad envuelto en un turbio caso. Habían muerto varias personas en un club de mala fama y todos sus nombres, para quienes se movían por ese estercolero lo sabían demasiado bien, estaban relacionados con la mafia.

Hacía poco había comprado una mansión. Los datos garabateados alrededor de un rectángulo parecían ser las medidas de esa adquisición tan cara. Estaba claro que lo necesitaban si querían realizar un asalto bien organizado para acabar con esa clase de basura. Pero, cómo podían hacerlo si desconocían qué terreno tenían que pisar. Ahí entraba él en escena. Sería arriesgado pero encontraría la solución.

Lo primero era tratar de averiguar por qué lado se iniciaría la operación. Precisaba saber el lugar exacto para poder controlar los posibles puntos de visión desde los que podía ser descubierto. Para ello tendría que hacer un estudio a campo abierto y eso siempre implicaba peligro pero por una mujer…quién no había cometido alguna que otra tontería…

El terreno era tan grande como la mezquindad de las personas: algo que ves venir pero que nunca eres capaz de averiguar los exactos límites de su alcance. Debería ser rápido con los cálculos, no quería exponerse a ser sorprendido a pesar de que su pequeña amiga siempre estaba lista para actuar en cualquier momento ante ese tipo de situaciones.

De repente…una sirena interrumpió sus pensamientos. ¡El tiempo se había acabado! Había sido descubierto. Venían a por él. Mientras trazaba un rápido plan en su mente para escapar a salvo de sus enemigos se vio rodeado por una sombra que le rodeaba completamente. Sintió miedo aunque nunca lo admitiría ante ninguna persona. Solo pudo hacer una cosa: garabateo algo de forma rápida en un papel y se preparó para lo que se avecinaba.

De repente una voz rompió sus pensamientos: “¿Qué tal te ha salido el problema? A mí me ha dado de área 560 m2 y ¿a ti?”.¡¡¡¿560m2?!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡Dioooooossssssss!!!!!!!! ¡Si casi no había tenido ni tiempo de plantear el problema! ¡Tampoco podía recordar que había escrito en el papel por la tensión del momento! Todo esto solo podía significar una cosa: ahora sabía sin duda que tendría que esperar para responder de su fracaso ante esa mujer dura e inflexible y eso sin pensar en lo que le harían sus superiores si conseguía sobrevivir…


Para Christian que me animó a escribirlo. Espero que te guste.
Vanesa

4 comentarios:

Iván dijo...

Muy bueno Vanesa, siempre me pillas con tus relatos. Me gusta como dejas volar la imaginación siempre.

ENDER dijo...

Estoy contigo Ivan...

Yo creo que hay que poner un nombre a este tipo de relatos de Vanesa, ¿que tal "Relatos de Realidad Imaginada"?

Lo que esta claro es que en este estilo Vanesa es la caña.

Emaleth dijo...

Muchas gracias chicos...me alegra saber que os ha gustado y más que le pongáis un nombre a mi tipo de relatos jeje

Christian dijo...

Pues si que me ha gustado,como siempre.(y ya se que pensareis que soy un pelota pero es verdad lo que digo)Talento no te falta y creo que hay mucha gente que por las circunstancias que sean, no puede apreciarlo, o no puede por no conocerte.
Ellos se lo pierden...
El tema es que sigas desarrollando tu imaginación para que la nuestra lo haga contigo y nos arranques alguna que otra sonrisa.